¿Te lloran los cristales de las ventanas en casa o sabes de alguien que lo sufre? Esto te interesa.
Unas de las cosas que hemos ido notando en el transcurso de estos últimos años es el tremendo aumento de la condensación en el interior de viviendas. No importa si están en edificios de nueva construcción o son viviendas rehabilitadas en edificios antiguos.
Donde nunca había problemas de humedad, basta hacer una obra de reforma o incluso sólo renovar las ventanas, y puede comenzar la pesadilla en forma de chorretones de agua que caen de los cristales o del aluminio de las ventanas. Si además tienes miradores, peor aún.
Siempre se da por sentado que este tipo de problemas surgen por haber realizado una obra deficiente, cuando lo más probable es que sea todo lo contrario: al mejorar los elementos existentes se crea un problema donde antes no lo había.
Por definición, y según la RAE, la condensación es el “proceso de licuación o solidificación de un gas”, en este caso del vapor de agua que existe en el aire que respiramos. Para simplificar, la condensación se produce al hacerse líquido el vapor de agua que hay en el aire que, en este caso, hay en nuestras casas. ¿Por qué ese líquido se deposita casi siempre en las ventanas? Porque el vapor de agua condensado tiende a posarse en las zonas más frías de la estancia, que normalmente suele ser el vidrio o el aluminio de la ventana.
¿Por qué antes no tenía condensación y ahora si? Para eso, vamos a partir de las causas por las que se produce la condensación. Existen dos causas principales: la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior de la vivienda, y el exceso de humedad ambiente. La primera causa explica por qué sólo se dan las condensaciones en invierno: en verano la diferencia de temperatura es mucho menor, en invierno las calefacciones hacen que la diferencia entre el interior y el exterior sean muy grandes. La segunda se produce por el mero hecho de habitar la vivienda, bañarse o ducharse, tender la ropa dentro de la casa, etc.
Antiguamente las ventanas no eran completamente estancas y siempre se producían pasos de aire entre la vivienda y el exterior, lo que garantizaba un mínimo de ventilación constante que hacía que no se produjese la condensación, ya que se renovaba continuamente el aire. Al mejorar la carpintería que se usa actualmente en las ventanas, y evitar esas fugas de aire, se reduce también la ventilación de las casas, por lo que aumenta la humedad ambiente dentro de la vivienda y es más probable que se produzcan condensaciones.
Antiguamente las ventanas no eran completamente estancas y siempre se producían pasos de aire entre la vivienda y el exterior, lo que garantizaba un mínimo de ventilación constante que hacía que no se produjese la condensación, ya que se renovaba continuamente el aire. Al mejorar la carpintería que se usa actualmente en las ventanas, y evitar esas fugas de aire, se reduce también la ventilación de las casas, por lo que aumenta la humedad ambiente dentro de la vivienda y es más probable que se produzcan condensaciones.
Evitar estas condensaciones está principalmente en manos de la persona que habita la vivienda: es tan simple como ventilar frecuentemente abriendo las ventanas y dejando que se vaya el aire viciado de la vivienda, y con él el exceso de temperatura y humedad. Con una buena ventilación de la vivienda se evita casi al 100% la aparición de condensación.
Cuando esta ventilación no es la solución, se pasa a un problema más grave, que es la existencia de puentes térmicos en la carpintería, que se soluciona cambiando las ventanas, o en la fachada, que ya es de más difícil solución e implicaría realizar obra para solucionar este puente térmico. Pero estos problemas suelen ser mínimos en comparación con la cantidad de veces que una buena ventilación es capaz de solucionar cualquier problema de condensación.
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